“Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él.” – Tzvetan Todorov


martes, 6 de enero de 2009

Urge una tregua total e inmediata.

Sí, el gobierno de Israel tiene el derecho de defender a sus ciudadanos. De eso no tengo duda, tampoco de que Hamás provocó al gobierno de Israel para que actuara. Pero tampoco tengo duda de que enfrascarse en un debate/análisis sobre quién tiene la culpa es infructuoso. Al final del camino llegaremos a las mismas conclusiones de siempre:

· Violencia genera más violencia.

· El problema de fondo es la ocupación israelí de los territorios palestinos.

Sobre este último punto no hay quien falta y señala que el gobierno de Sharon concretó en 2005 la retirada de los soldados y colonos israelíes de la Franja de Gaza. Cómo lo abordé en Alcances y Límites de la Desconexión (diciembre 2005), la decisión de Sharon no respondió a intereses dirigidos en afianzar el proceso diplomático con los palestinos, sino a imponer unilateralmente una realidad de opresión. Gaza se convirtió en una gran cárcel, situación que fue lamentablemente capitalizada por Hamás. El Movimiento de Resistencia Islámica salió fortalecido y se colgó la medalla de de la retirada israelí. Según su versión, que permeó en la calle palestina, en particular, y en el mundo árabe, en general, los judíos dejaron Gaza gracias a la resistencia armada. En cambio, Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, fue marginado por Sharon y, por ende, debilitado. El hecho no es menor. A diferencia de Hamás, la ANP y la OLP reconocen el derecho de Israel a existir como un Estado judío en Medio Oriente. Y tal parece que la derecha israelí se ha encargado de minar al campo moderado palestino a favor del extremismo de los movimientos islamistas. Desde el asesinato de Rabin, de mano de uno de los detestables hijos del nacionalismo religioso judío, el proceso de paz con los palestinos ha sido bombardeado.

Hoy el Ejército de Israel ha reinvadido Gaza, un territorio con un millón y medio de palestinos, la gran mayoría de ellos refugiados desde 1948 y que no tienen escapatoria. No tienen para donde hacerse en los enfrentamientos entre el ejército de Israel y Hamás. Un millón y medio de seres humanos que son víctimas de la guerra. Hoy Hamás explota esta situación y se erige como defensor de los palestinos, cuando en realidad ha actuado irresponsablemente. Hoy el Ejército de Israel está en Gaza con el fin de poner un alto a los misiles que se disparan indiscriminadamente desde ahí hacia el sur de Israel. Miles de israelíes, un 10% de la población, viven aterrorizados por ello. Supongamos que Israel logra vencer a Hamás. En el papel, tiene todas las de ganar. Es el ejército más poderoso del Medio Oriente. ¿Y después qué? ¿Qué hacer con la Gaza arrasada por la guerra? ¿Qué hacer con los miles de heridos, muchos de ellos civiles, que cargarán con sus cicatrices hasta el día de su muerte? ¿Qué hacer con el rencor y el odio que alimentan los familiares muertos, las casas derruidas, los hogares destruidos? ¿Qué hacer una vez que Hamás ya no pueda operar militarmente? ¿En qué condiciones saldrá el Ejército de Israel de la Franja de Gaza? ¿Se asegurará con ello la tranquilidad de la población que vive al sur de Israel? ¿Qué resultará de esos jóvenes soldados que fueron enviados al frente de batalla? Cierto es que nunca he participado en una guerra. No me interesa en lo más mínimo. Pero no es necesario hacerlo para saber lo que implica el impacto emocional de enfrentarse a la muerte. De la crudeza que genera la guerra. Esas cicatrices también cuentan.

Mi coraje por esta guerra tiene una razón. La guerra debe ser el último recurso. Y antes de haber lanzado la Operación Plomo Fundido (eufemismo de la Guerra por Gaza) el gobierno de Israel pudo haber agotado las instancias diplomáticas. La seguridad de Israel, como ha sido comprobado en los últimos 41 años, no la brinda su poderío militar (ahí están las guerras de desgaste, la de 1973, la de 1982, la de 2006, los Qassams de Hamás). El concepto de seguridad es mucho más amplio. Incluye una dimensión política, económica, social y hasta laboral y ecológica. Lograr ese nivel de seguridad requiere de un acuerdo de paz con los palestinos. Requiere que los palestinos tengan un Estado independiente y viable en Gaza y Cisjordania, que coexista con Israel. Con una Jerusalén compartida como capital de ambos Estados donde israelíes y palestinos, judíos, cristianos y musulmanes, construyan una verdadera Ciudad de Paz. Para que Israel sea un país libre, requiere una Palestina libre. Este proyecto no es una utopía, no es un sueño guajiro. Las negociaciones políticas entre ambas partes han llegado a esa conclusión. Existe un borrador, el Acuerdo de Ginebra, que establece fronteras para ambos Estados y soluciones concretas a problemas tan sensibles como el de los refugiados palestinos, la seguridad de Israel y el propio asunto de Jerusalén. Las bases de este proyecto han sido retomadas incluso por el Primer Ministro Ehud Olmert, ya de salida y sin poder político. ¿Fue quizá, la factibilidad de esa paz entre iguales, la que provocó la ira de los señores de la guerra?

El caso es que no se agotó la instancia diplomática y se recurrió a la salida fácil de iniciar una guerra. Sí, el gobierno de Israel tiene la obligación de salvaguardar a su población. De velar por su seguridad. Y por eso, el gobierno que está hoy al frente, heredero del de Sharon, ha fracasado. A lo largo de los últimos años antepuso los intereses de una minoría a los de la gran mayoría. En ese sentido, actuó irresponsablemente, al igual que Hamás. Con esta guerra, los sectores moderados en Israel y Palestina han sido embozados una vez más. El escenario central lo acaparan los señores de la guerra quienes se han ataviado con sus trajes de buitre, ávidos de carroña para alimentar su odio, su ceguera, su soberbia.

El llamado a una tregua total e inmediata no es un simple capricho pacifista. Es una necesidad humanitaria. Esta guerra, como cualquier otra, no está exenta de atrocidades. Gaza no es Hamás. Los palestinos no son Hamás. Esta guerra, por más justificada que sea, sólo trae más dolor, más sufrimiento. Más muerte de seres humanos. Palestinos e israelíes. Porque los soldados israelíes son jóvenes que se han convertido en carne de cañón de la incapacidad de sus líderes para tomar las decisiones políticas que son una demanda urgente. Porque los civiles palestinos han sido secuestrados por la ceguera de Hamás. Porque los mandamás de Israel sabían que entrar en Gaza implicaba la muerte de civiles inocentes, de niños, de mujeres. Porque Gaza es una gran cárcel de 360 kilómetros cuadrados sin salidas. Porque los palestinos refugiados en Gaza no tienen para donde hacerse, para donde refugiarse por tercera ocasión. Porque enfrentar a Hamás es hacerle el trabajo sucio al régimen de Mubarak, en Egipto. Porque no tengo por qué mantener mi hígado íntegro al ver las fotografías de niños palestinos yaciendo muertos frente a la mirada aterrada de sus padres. Porque no tengo por qué temer por la vida de mis familiares en Israel (mis primos hermanos) que son llamados al frente de batalla.

Si de algo debe servir esta guerra es para que de una vez por todas israelíes y palestinos se den cuenta que no hay una solución militar a su conflicto. No la hubo y no la habrá. Quienes se emocionan con el hecho de que el Ejército de Israel acabará con Hamás y celebran la guerra, sepan de una vez por todas que no lo logrará. Hamás es producto de la ocupación israelí. Su fortaleza reside en la imposición unilateral por parte de los últimos gobiernos de Israel. Su fortaleza proviene del debilitamiento sistemático del campo palestino que aún tiene esperanzas de lograr un acuerdo político. La fortaleza de Hamás se alimenta de la guerra, del conflicto con Israel.

El Estado judío, Israel, tiene el derecho a existir. Su existencia implica la coexistencia con Palestina. Pero no será a través de las armas. Urge una tregua inmediata, total. Ya.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Jose
I wish more Jews and Arabs throughout the world were as clear-thinking and balanced as you are! Congratulations on your articles on the present situation in Gaza.
Regards, Maria

Anónimo dijo...

José,

Te felicito de verdad por tu artículo, objetivo y balanceado, dando a cada uno su lugar.

Yo estoy igual que tú. No puedo ver la sangre que se muestra en la televisión, en los periódicos. Me ensombrece el hecho de ver que han muerto tantos niños, tanta gente inocente. ¿Cómo ayudar? Oremos para que esto se termine.

Cariños...

Nancy

Anónimo dijo...

Querido José,
se que estamos del mismo lado y que sabemos los dos que el conflicto israelí-palestino se resolverá a través de la única salida posible: la división de la tierra. Sin embargo, creo que esta vez te has equivocado. Entre las razones que mencionas como generadoras del conflicto mencionas que la violencia genera más violencia y, por otro lado la ocupación israelí. Para mi gusto no eres categórico en mencionar como motivo esencial el fundamentalismo del Hamas que rechaza el derecho de Israel a existir. No estoy de acuerdo contigo en que Israel pudo evitar esta confrontación. ¿Cómo? ¿Hablando con el Hamas? Supongamos que estoy de acuerdo... ¡Ni los egipcios pudieron hablar con ellos! El Hamas los dejó plantados a ellos y a los representantes de la Autonomía Palestina. Yo pregunto entonces ¿cuál es el límite? O en otras palabras, ¿crees que hay circunstancias históricas que ameritan el uso de la fuerza? Y si acaso crees que la respuesta es afirmativa, entonces cuándo. Creo que en la manera en que presentas los hechos, se distorsionan las responsabilidades. El Hamas sabía que iba en una autopista de un solo carril, y veía que la colición con Israel era inminente. Y lo que hizo fue apretar el acelerador. Así como Bar Kojba y sus huestes fueron responsables de la masacre de la que fueron objeto los judíos por causa de un mesianismo infame, el Hamas condujo a su pueblo al desastre por culpa de una política belicosa e irresponsable. Y eso, va más allá de la ocupación que tu y yo queremos que llegue a su fin.
Saludos,
Leo

José Hamra Sassón dijo...

Hola Leo,
Me da mucho gusto que podamos hablar de estos temas. Por alguna razón, no sé bien a bien cuál, los habíamos vetado. Pero bueno, a lo mejor sólo era un asunto mío. El caso es que aprecio esta comunicación. La considero estimulante y necesaria. Sobre mi posición respecto a Hamás, justo ayer en mi participación en radio la dejé más que clara (ver http://moume.blogspot.com). Sé también que compartimos el mismo lado del tablero sobre este tema y que también que pueden existir algunos matices entre los dos. Me agrada, pues, que podamos hablar de ello, discutir de esta forma.
Creo que Israel pudo haber hecho más para evitar esta guerra. Si “ponderamos responsabilidades” desde diciembre de 2008, por supuesto que Hamás carga con el mayor peso. Pero sabemos que esto tiene una larga historia, de varios años y la amenaza de Hamás pudo haberse desactivado si se le hubiera dado seriedad a las negociaciones de paz. Hamás es un producto de la ocupación y de todo lo que ello conlleva al pueblo palestino. Pero no hay forma de echarse para atrás en el tiempo, ni de cambiar decisiones. En este sentido, me pregunto si el Estado de Israel (desde su ethos fundacional, por más Estado normal que sea) debe lanzarse contra una banda de guerrilleros/terroristas sin importarle la población civil que hay de por medio. Me cuesta trabajo, como ser humano, como judío, aceptar que las muertes en esta guerra puedan ser justificables (no digo que tú las justifiques). ¿Se vale atacar a militantes de Hamás que disparan desde una escuela, aún sabiendo que hay civiles adentro? ¿Es necesario, hacen una diferencia? ¿El Estado de Israel nunca negoció/hablo, aunque sea indirectamente con terroristas? No lo sé. Quizá porque no vivo en Israel mi opinión puede rallar en la ingenuidad. El caso es que después de 2 semanas Hamás sigue atacando a Israel. Sería terrible que Hamás se saliera con la suya.
¿Es válido comparar el proceder del Estado de Israel del S.XXI con el del Imperio Romano del S.I?
¿El crecimiento de los islamistas es inevitable? ¿Estamos condenados?
En fin, ojalá nos tomemos un café la próxima semana.
Recibe un abrazo cariñoso,
José