“Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él.” – Tzvetan Todorov


martes, 18 de octubre de 2011

Shalit, entre peces y tiburones.

Shalit, entre peces y tiburones.

Hoy, 18 de octubre de 2011, se puso en marcha el acuerdo para el intercambio de prisioneros alcanzado entre Israel y Hamás, mediado por Egipto.  El factor humanitario y emocional atrae la atención.  Gilad Shalit, soldado israelí, ha sido liberado tras cinco años y casi cuatro meses apresado y escondido por Hamás en Gaza.  Sin contacto alguno con el exterior.  A cambio, 1027 palestinos apresados en cárceles israelíes, algunos con penas de por vida por su participación en actos terroristas, han comenzado a ser liberados.  De los primeros 477, varios regresan a sus hogares, otros serán deportados a Gaza o a terceros países.

El acuerdo para Israel no es fácil.  Familiares de víctimas del terrorismo rechazaron el acuerdo que libera a los responsables de la muerte de sus seres queridos.  Entre los israelíes hay sentimientos encontrados y es comprensible.  También entre los palestinos.  Me es difícil dejar de lado mis propias emociones y no dejarme arrastrar por la vorágine mediática.  Sin embargo, me parece prudente no dejar de lado la tragedia humana.  Tragedia para ambas partes.  Cada quien llora a sus muertos por el conflicto y celebra (o lamenta) las liberaciones.  No sólo se trata de 1028 liberados.  Se trata de millones de israelíes y palestinos atrapados, apresados, por un estado permanente de guerra ante la incapacidad de dar el paso definitivo hacia una solución vislumbrada varios años atrás.  Solución aceptada por las mayorías encarceladas en los miedos construidos por la realidad y las mentiras.  Solución que pasa en el reconocimiento de la humanidad del otro.  El ejemplo nos lo da el propio Gilad Shalit, quien a los 11 años escribió un cuento: Cuando el Tiburón y el Pez se encontraron por primera vez.  Ahí están reflejados las madres y los hijos, sin gentilicios.  Sin otro documento de identidad más que el futuro compartido.  Shalit lo reiteró apenas fue liberado en una entrevista para la TV egipcia.

Tampoco es prudente dejar de lado el factor político. Entre otras cosas, el liderazgo de Hamás y el gobierno de Israel alcanzaron un acuerdo porque lo necesitaban para fortalecer su posición ante los públicos palestino e israelí.  Ambos encontraron en la colaboración mutua una forma para reposicionarse tras la iniciativa de Mahmoud Abbas para buscar el reconocimiento de Palestina como Estado independiente.  Abbas se convirtió en el enemigo común de Netanyahu y Hamás que coinciden, por razones diferentes pero similares, en su rechazo a la declaración de independencia palestina en Gaza y Cisjordania.  Pero peces y tiburones pueden hablar entre sí.  Se confunden el uno con el otro.  Y a veces hasta dejan de comerse unos a otros. 

Cuento de Gilad Shalit: Cuando el Tiburón y el Pez se encontraron por primera vez


Cuando el Tiburón y el Pez se encontraron por primera vez

Por Gilad Shalit (escrito a los 11 años)

(Traducción al español de la versión en inglés When the Shark and the Fish First Met de Gilad Shalit: José Hamra Sassón.)

Un pequeño y hermoso pez nadaba en medio de un pacífico océano. De pronto, el pez vio a un tiburón que se lo quería comer.

Entonces, comenzó a nadar bien rápido, pero el tiburón también lo hizo.

De repente, el pez se paró y le dijo al tiburón:

“¿Por qué me quieres comer? ¡Podemos jugar juntos!”

El tiburón pensó y pensó finalmente dijo: De acuerdo, está bien. Vamos a jugar a las escondidillas.

El tiburón y el pez jugaron durante todo el día, hasta que el sol comenzó a bajar.

En la tarde, el tiburón regresó a su casa.

Su mamá le preguntó: “¿Cómo la pasaste, mi querido tiburón? ¿A cuántos animales te comiste el día de hoy?”

El tiburón le contestó: “Hoy no me comí a ningún animal, pero jugué con uno llamado PEZ”

“Ese pez es uno de los animales que nos comemos. ¡No juegues con él!”

En la casa del pez, sucedió lo mismo. “¿Cómo estás pececito? ¿Cómo te fue en el mar?” preguntó la mamá del pez.

El pez respondió: “Hoy jugué con un animal llamado TIBURÓN”

“El tiburón es el animal que se comió a tu papá y a tu hermano. No juegues con ese animal”, le dijo la mamá.


Al día siguiente, ni el tiburón ni el pez fueron a la mitad del océano.

No se reunieron durante muchos días, semanas y hasta meses.

Un día se encontraron de casualidad. De inmediato, cada uno nadó y se escondió atrás de su mamá y otra vez no se reunieron por días, semanas y meses.

Después de que pasó todo un año, el tiburón salió a dar un lindo paseo. También lo hizo el pez. Se encontraron por tercera vez en su vida. Y entonces el tiburón le dijo: “Tu eres mi enemigo, pero a lo mejor podemos hacer la paz”.

El pececito dijo: “Está bien”.

Jugaron en secreto durante días, semanas y meses, hasta que un día, los dos amigos fueron juntos a hablar con la mamá del pez. Después hicieron lo mismo con la mamá del tiburón. Y desde ese día, tiburones y peces viven en paz.

FIN


Traducción al español de la versión en inglés When the Shark and the Fish First Met de Gilad Shalit: José Hamra Sassón.